alfredo bryce echenique
a veces te quiero mucho siempreHabía amarrado la lancha pero se había quedado sentado en el pequeño embarcadero y desde ahí continuaba contemplando la casa al atardecer. Sintió que el mayordomo lo estorbaba,
anorexia y tijeritaNo era, ni había pretendido ser, lo que se llama precisamente un hombre con escrúpulos, y mucho menos cuando las cosas le salían bien. Y las cosas le habían estado saliendo muy
antes de la cita con los linares—No, no, doctor psiquiatra, usted no me logra entender, no se trata de eso, doctor psiquiatra; se trata más bien de insomnios, de sueños raros… rarísimos… —Pesadillas… —No me i
applesHay viajes, ni siquiera viajes, porque son simples recorridos por la ciudad, por un barrio de la ciudad, y que sin embargo resultan interminables, dolorosas aventuras de conden
baby schiaffinoBueno, claro, eso… Pero la vida también, hombre, y para qué negarlo, la vida le andaba dando toda clase de satisfacciones últimamente, para qué negarlo, su primer puesto en el
cómo y por qué odié los libros para niñosCreo que pocos niños habrán odiado tanto como yo los libros. Eran, además, objeto de mi terror. Cuando se acercaba la Navidad o el día de mi cumpleaños, empezaba a vivir el ter
con jimmy, en paracasLo estoy viendo realmente; es como si lo estuviera viendo; allí está sentado, en el amplio comedor veraniego, de espaldas a ese mar donde había rayas, tal vez tiburones. Yo est
desorden en la casitaFue por la radio. Él no tenía entonces discos ni tocadiscos, o sea que fue por la radio que Los Churumbeles de España lo hirieron tanto con esa canción que hoy ha saltado a su
dijo que se cagaba en la mar serenaYa en el tren, con una perseguidora terrible, me puse a pensar en todo eso. Las imágenes se me venían incontenibles, volvía al África que era la sala de su casa, al oscuro caba
dos indiosHacía cuatro años que Manolo había salido de Lima, su ciudad natal. Pasó primero un año en Roma, luego, otro en Madrid, un tercero en París y finalmente había regresado a Roma.
eisenhower y la tiqui-tiqui-tínTe quiero, gordo, tú sabes muy bien que te quiero, que estoy inevitablemente unido a ti por algo que viene de muy lejos, pero tú tienes que respetarme, ¿has oído?, respetarme.
el breve retorno de florence este otoñoNo podía creerlo. No podía creerlo y me preguntaba si en el fondo no había esperado siempre que algo así me ocurriera con, Florence. El recuerdo que había guardado de ella era
el camino es asíTodo era un día cualquiera de clases, cuando el hermano Tomás decidió hacer el anuncio: «El sábado haremos una excursión en bicicleta, a Chaclacayo». Más de treinta voces lo in
el descubrimiento de américaAmérica era hija de un matrimonio de inmigrantes italianos. Una de las muchachas más hermosas de Lima. ¡Qué bien le queda su uniforme de colegiala! Su uniforme azul marino de c
el gordo mas incómodo del mundoEn 1967, monsieur Ponty sustentó su tesis de Tercer Ciclo, sobre los andaluces de Jaén, aceituneros altivos, el poema de Miguel Hernández, y contrajo matrimonio. De esa unión n
el hombre, el cinema y el tranvíaEl jirón Carabaya atraviesa el centro de Lima, desde Desamparados hasta el Paseo de la República. Tráfico intenso en las horas de afluencia, tranvías, las aceras pobladas de ge
el papa guido sin número—Vengo del pestilente entierro del Papa —dijo mi hermano, por toda excusa. Como siempre, había llegado tarde al almuerzo familiar. —¿El entierro de quién? —preguntó mi padre, q
en ausencia de los dioses«Saint Regis Hotel». Su buen bar. Un paso de la Quinta Avenida. Años que lo conocía y que alguien le dijo que ese bar había sido frecuentado por Fitzgerald. No estaba completam
extraña diversiónVenía lejos. Debía venir desde muy lejos, porque su aspecto era el de un hombre fatigado; un hombre que ha caminado demasiado. Venía tal vez de otro distrito, aunque sus ojeras
feliz viaje, hermano antonioMucho faltaba para que cerraran el zoológico y, en sus jaulas, los animales se portaban como si les quedaran todavía varias horas de oficina. Comían, a ratos, daban una que otr
florence y nós trêsCuando conocí a Florence pensé inmediatamente que la vida no podía ser así. Pero ésa no fue la primera vez que la vi. En aquella oportunidad supe cuál era su nombre y que iba a
la madre, el hijo y el pintorSe había acostumbrado al sistema: de lunes a jueves, cuatro días con su madre. De viernes a domingo, tres días con su padre. Manolo tenía la ropa que usaba cuando estaba con su
las notas que duermen en las cuerdasMediados de diciembre. El sol se ríe a carcajadas en los avisos de publicidad. ¡El sol! Durante algunos meses, algunos sectores de Lima tendrán la suerte de parecerse a Chaclac
magdalena peruanaDon Eduardo siempre tuvo sus rarezas, contaba mi abuelo; las tuvo como todos los Rosell de Albornoz. En cambio los Rosell y López Aldana, que son nuestros parientes por Goyenec
muerte de sevilla en madridLa compañía venía dispuesta a instalarse con todas las de la ley. Para empezar, mucha simpatía sobre todo. Bien estudiado el mercado, bien estudiadas las características de los
pasalacqua y la libertadEl de Pasalacqua volando es uno de los primerísimos recuerdos de mi idea de la libertad y de la forma alegre y mágica —o cuando menos sumamente aérea— en que me enfrenté a un n
pepi monkey y la educación de su hermanaAllí vivimos. Allí nos educaron. Allí la amé hasta la locura. Allí la recordaré siempre por más sufrimientos que me cueste, por más mal que me ponga, por más que vuelva mil vec
sinatra y violetas para tus pielesOld blue eyes cantaba esa noche en París para le tout Paris, sobre todo, y Jenny debía recogerme en casa con su arrolladora y sensitiva juventud. Grace Kelly vivía aún y medio
su mejor negocioEsperaba impaciente y nervioso la hora de la cita. Encerrado en su dormitorio, contaba los minutos que faltaban para las dos de la tarde. Por momentos se sentaba sobre la cama,
tiempo y contratiempo—Pronto —dijo la voz de Giuliana. —Bueno, no tan pronto —bromeó, muy nervioso, Ricardo—. Han pasado casi veinte años… —Ma, chi parla?, chi sei? —Sono Ricardo… Ricardo Santies…
un amigo de cuarenta y cuatro añosAún recuerda los días pasados en aquel colegio. Los amigos. Las fotografías de las enamoradas de los amigos. Las lavanderas tan feas. Los jardines y sus jardineros. Los profeso
un poco a la limeñaMe gusta la gente, me gusta su compañía, conversar con ella, que alguien me cuente cosas y fume y haya una botella de algo ahí con nosotros. Por eso me imagino que estaba desti
una carta a martín romañaQuienes hayan leído La vida exagerada de Martín Romana o El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz, recordarán tal vez que algunos personajes, entre los mencionados por Martín
una mano en las cuerdasEl «Country Club» es uno de los hoteles más elegantes de Lima, y dicen que tiene más de cien habitaciones. Está situado en San Isidro, barrio residencial, a unos veinte minutos
una tajada de vidaEra el sol sucio de Lima o era en todo caso el sucio sol de esa polvorienta tarde limeña en plena feria del Cristo moreno con dejo andaluz y sabor a negro mandinga de hábito co
yo soy el reyEscuchaba la música que venía desde el salón. Bailaban y el piso de madera crujía bajo sus pies, mientras Manolo trataba de imitar los pasos de un bolero: «Dos hacia la derecha
¡al agua patos!Cuántas cosas para que el niño se entretenga había en la casa. Y después, más allá, la casa se extendía libremente hacia un montón de cosas más para que él las mirara algún día