PAÍS RELATO

Autores

francisco javier aguirre

aliento frutal
Lo primero que hacía Ernesto al levantarse era leer el aire de la mañana. Cada época del año le entregaba unos aromas propios, distintos. El de la primavera solía venir teñido
el afilador
Era un hombre culto. Lo sabían en todo el valle del Huerva por donde aparecía cada primavera ofreciendo sus servicios. Las mujeres esperaban con las ventanas abiertas a que son
el milagro de martín
Qué lejos quedan los días en que andaba yo tarumbo por las calles de Logroño embromando a la autoridad. Los alguaciles me tenían tomada la medida y me sospechaban tras cada alb
el monolito del perdón
Sólo llegué a saber su nombre. Se llamaba Alfio. Y que venía de Milán. Después de aquella larga conversación, el joven me dio un abrazo, que duró medio minuto, y se fue. Subió
el profesor
El joven profesor llegó a Madrid en un tiempo arrebolado de esperanza. Llevaba la vista por delante de los ojos. La capital era un enjambre de posibilidades virtuales, pero su
exceso de velocidad
Tengo para mí que al mayoral Diego Celma se lo llevarán un día los mismísimos demonios. Aunque no vaya muy propio con lo buen cristiano que soy, me veo capaz de rogar al diablo
gato en venta
Me contó este episodio hace años un viejo amigo y gran fotógrafo, como algo misterioso y extraño ocurrido en el valle del Jalón. Vivía él entonces en Guadalajara, donde había n
la novia del teniente
Se habían conocido en las fiestas del Pilar por pura casualidad. Julián, el hermano mayor de Manuela, servía en el regimiento de artillería a las órdenes de aquel joven tenient
la santa reliquia
Margarita Rasera sabía que su sobrino Domingo iba camino de Flandes, al frente de un batallón del tercio, cumpliendo órdenes del rey. Se lo vino a decir desde La Almunia un gañ
la tormenta
“Es el artista más encendido que ha dado en nuestro tiempo el valle del Jalón. Su pintura está alumbrada por el color y la fuerza, y por una pasión incontenible de combate. No
manos poderosas
Eduardo se despertó sobresaltado. Estaban sonando las tres de la mañana en el reloj del salón, aunque le pareció que la campana repicaba interminablemente desde hacía muchos mi
torero con margaritas
Belarmino Gimeno quería ser torero. Quería, sí, pero su afán estaba siempre envuelto en interminables titubeos. Sus dudas eran más propias de la gente mayor que de un muchachot
tronando
Que tronara en el corazón de enero no era cosa de ordinario, así que Aniceto Tomás miró al cielo y creyó ver sombras extrañas al paso de una nube. Le dio aquello mal presagio y
un morisco bravucón
Estaba anocheciendo cuando entraron en Bardallur tres jóvenes del pueblo procedentes del monte de La Muela. Venían muy avergonzados. Habían esperado a que se apagara el día par
un tesoro escondido
Conocí hace tiempo en Zaragoza a un tipo muy curioso cuyo verdadero nombre era Alipio Ram, aunque se hacía llamar de otro modo. Vivía cerca de la Puerta del Carmen y acostumbra
viajeros a bosnia
Hace unos años conocí en Madrid a una pareja singular. Se llamaban Ángel y Paloma. Tenían los dos una edad imprecisa, en torno a los treinta y cinco. Me los presentó un amigo q
yerbas de verano
Juan Lobo había partido hacia Francia diez años antes. Nadie conocía sus actividades en el reino vecino durante el tiempo que residió allí, pero debieron ser oscuras y malicios