alberto moravia
bajito¡LO que significa ser bajitos! Todos se burlan de nosotros; los hombres altos, por el solo hecho de ser altos se creen más inteligentes que nosotros, y las mujeres no nos toman
bromas de ferragostoTODO me salía mal aquel verano, y cuando llegó Ferragosto me encontró en Roma sin amigos, sin mujeres, sin parientes, solo. El comercio en el que trabajaba de dependiente estab
bromas del calorAL llegar el verano, quizás porque aún soy joven y no me he adaptado aún al hecho de ser marido y padre de familia, me entran siempre ganas de escapar. En verano, en las casas
bu bu buHACIA media noche llevé a casa a mis amos y luego, en vez de meter el coche en el garaje, me fui a mi casa, me quité el uniforme de chófer, me puse el traje azul de los domingo
cara de bellacoNUNCA recibo paquetes, pero uno de estos días voy a enviarme uno yo mismo para darme el gusto de ir a Correos, a la oficina de paquetes postales, y retirarlo. Porque allí, en e
cara de salchicheroAQUEL invierno todo me salía bien: hice un negocio de chatarra, y gané; luego un segundo negocio de ladrillos, y volví a ganar; luego un tercer negocio de medicamentos, y gané
caterinaME casé a los dieciocho años y habría podido prever cualquier cosa excepto el cambio que posteriormente se verificó en el carácter de Caterina. Entonces era una muchacha apagad
derrochadorMI mujer y yo estábamos de acuerdo en todo, a no ser en el capítulo dinero. Tenía un comercio de hornillos, estufas y accesorios eléctricos en un barrio no muy señorial, el de
echar a suertesLOS domingos solíamos citarnos Remo, Ettore, Luigi y yo extramuros, junto a la puerta San Paolo, ante el cine del barrio que da películas viejas; pero la mayoría de las veces n
el apetitoSI una mañana pasan ustedes junto al Policlínico, en ese punto de las murallas donde aparecen, unas junto a otras, esas lápidas blancas agradeciendo favores recibidos o por rec
el billete falsoPASABA por la Plaza Risorgimento cuando oí que me llamaban: —Eh, macho…, ¿qué haces por aquí? Era Staiano, un amigo de los viejos tiempos, cuando vendíamos juntos cigarrillos e
el camioneroSOY flaco, nervioso, con brazos delgados, piernas largas y el vientre tan plano que los pantalones se me escurren; en suma, soy justamente lo contrario de lo que hace falta par
el crimen perfectoERA más fuerte que yo: cada vez que conocía a una muchacha se la presentaba a Rigamonti, y él, con regularidad, me la birlaba. Quizás lo hacía para demostrarle que también yo t
el desquite de tarzánAQUEL verano, a falta de otro trabajo más serio y digno de mí, acepté ir en bicicleta, con otros cinco en hilera, para hacer la publicidad de las películas de un cine nuevo. Ca
el dobleDESPUÉS de llevar un año haciendo el amor, Ágata y yo, advertí que, poco a poco, ella se enfriaba y espaciaba las citas. Fue exactamente igual que un fuego que se extingue: pri
el guardiánME gusta estar solo porque la gente me toma el pelo por culpa de mis gafas y de mi voz de mujer, que además, cuando estoy turbado, empieza a tartajear. Así, cuando mi empresa m
el inconscienteCUANDO se actúa, es señal de que antes se ha pensado; la acción es como el verde de algunas plantas, que apenas despuntan sobre la tierra, pero prueben a tirar de ellas y ya ve
el intermediarioAL subir la escalinata del palacio, Antonio, el mayordomo, me advirtió: —No te hagas la ilusión de que vas a ganar mucho con la princesa, porque es avara como ella sola… Además
el payasoDURANTE aquel invierno, aunque no fuera más que para no dejar de probar ningún oficio, empecé a recorrer los restaurantes tocando la guitarra para un compañero que cantaba. Mi
el pensadorEN el restaurante típico romano —mejor, trasteverino— «Marforio» todo fue bien al principio. Tenía la cabeza vacía y sonora como esas conchas que se encuentran a orillas del
el perro chinoAQUEL invierno, no sabiendo ya a qué santo encomendarme, decidí dedicarme a la captura de perros. Pero no por cuenta del Ayuntamiento, que, además, luego mata a los perros, sin
el pícnicNAVIDAD, Año Nuevo, Reyes… Cuando, hacia el quince de diciembre, empiezo a oír hablar de las fiestas, me echo a temblar, como si oyera hablar de deudas que hay que pagar y para
el rorroAaquella buena señora que venía a traernos la ayuda del Soccorso di Roma y que nos preguntaba, también ella, por qué echábamos al mundo tantos hijos, mi mujer, que ese día esta
el terror de romaTENÍA tantas ganas de un par de zapatos nuevos que a menudo soñaba con ellos, durante aquel verano, en el sótano del inmueble cuyo portero me alquilaba un catre a cien liras po
el tesoroAla hostería de la Porta San Pancrazio, donde yo trabajaba como mozo, solía ir por aquella época un hortelano a quien todos llamaban Marinese, ya sea porque fuera de Marino, ya
engendrosNUNCA sabemos muy bien quiénes somos, ni quiénes son los que están por encima de nosotros y los que están por debajo. Por mi parte, yo exageraba en el sentido de considerarme e
fanáticoUNA mañana de julio dormitaba en la Plaza Melozzo da Forlì, a la sombra de los eucaliptos, cerca de la fuente seca, cuando llegaron dos hombres y una mujer y me pidieron que lo
la amistadMARIAROSA es un nombre doble, y la mujer que llevaba este nombre era doble también, tanto en lo físico como en lo moral. Tenía una carota blanca y roja, ancha como una luna lle
la ciociaraAL profesor, cuando insistía, se lo había dicho y repetido: —Mire, profesor…, son muchachas muy sencillas… del campo… Tenga cuidado con lo que hace… Mejor que coja una romana…
la competenciaDICEN que la competencia es el alma del comercio. Por lo menos, cuando era niño, así me lo aseguraba mi abuelo, el cual, pobrecillo, por culpa de la competencia, había quebrado
la enfermeraMI vivero está en la Ciudad Jardín, y cada mañana, cuando paso en autobús por la via Nomentana, no puedo dejar de mirar la verja de cierto chalet, poco después de Sant’Agnese.
la excursión¿EXCURSIONES por lo alrededores de Roma? Cruz y raya. Para decirles lo que son las excursiones por los alrededores de Roma quiero contarles la última que hicimos, hace pocos dí
la mancha de vinoTENÍA que terminar así, con mi cuñado Raimondo; lo siento por mi hermana, pero la culpa no fue mía. El primer día de calor, por la mañana, tras haber hecho un paquete con el tr
la narizEN la Plaza de la Libertà fuimos a sentarnos en un banco y Silvano me mostró el periódico. Estaba el anuncio de la muerte de aquel personaje, a dos columnas; y luego estaba esc
la palabra «mamá»LOS azares de la vida son muchos y una tarde que me encontraba en la trattoria con Stefanini, así, entre una charla y otra, le pregunté si sería capaz de escribirme una carta c
la prueba cinematográficaSERAFINO y yo somos amigos, aunque el trabajo nos haya llevado lejos uno de otro; él es chófer de un industrial y yo, operador y fotógrafo. También en el físico somos distintos
la ruina de la humanidadAmediados de febrero cesó la tramontana, que tanto me había hecho sufrir durante el invierno, el cielo se llenó de nubes y empezó a soplar un viento húmedo que parecía venir de
la vida campestreDESPUÉS de aquel asumo de la sorpresa en la timba, el aire de Roma no me resultaba muy saludable, y los amigos me aconsejaron que me alejara durante algún tiempo. También mi ma
ladrones en la iglesia¿QUÉ hace el lobo cuando la loba y los lobeznos tienen hambre y están con la panza vacía, lamentándose y peleándose entre sí? ¿Qué hace el lobo? Yo digo que el lobo sale de su
las gafasAla modista Nespola la llamaban Nespola, que quiere decir níspero, porque era una enana con la cara amarilla y negra, precisamente como los nísperos cuando están maduros: negro
las joyasCUANDO una mujer entra en un grupo de amigos, puede decirse, sin lugar a dudas, que el grupo está a punto de disolverse y que cada uno se irá por su lado. Aquel año formábamos
lluvia de mayoUN día de estos volveré a Monte Mario, a la Hostería de los Cazadores; pero iré con mis amigos, los de los domingos, que tocan el acordeón y, a falta de muchachas, bailan entre
los amigos sin dineroSE dicen muchas cosas sobre la amistad, pero, en resumidas cuentas, ¿qué quiere decir ser amigo? ¿Bastará, como hice yo durante cinco años seguidos, con ver en el bar de la Pla
marioOCURRIÓ así. Por la mañana temprano me levanté; Filomena aún dormía. Cogí la bolsa de mis herramientas, salí sigilosamente de casa y me fui a Monte Parioli, en la via Gramsci,
no ahondesAGNESE podía haberme avisado, en vez de irse así, sin decirme siquiera «revienta». No pretendo ser perfecto, y si ella me hubiera dicho que algo le faltaba, habríamos podido di
no digo que noPARA que comprendan el carácter de Adele quiero contarles sólo lo que ocurrió la primera noche después de la boda; porque, como suele decirse, por la mañana se conoce el día. A
pataconeroERA viernes 17, pero no hice mucho caso. Tan pronto como me vestí, cogí las cincuenta mil liras que le debía a Ottavio, todas en billetes de cinco, las metí en el bolsillo de l
pelmazoAHORA, cuando me encuentra en la calle, Peppino pasa de largo sin saludarme, pero hubo un tiempo en el que éramos amigos. Él comenzaba entonces a ganar bastante con el comercio
pierdepiéCOMENCÉ a perder pie en seguida, tan pronto como nací, por culpa de mi rostro, que carece completamente de barbilla. No es una parte importante del rostro la barbilla, bastante
pinaQUISIERA saber por qué, cuando una mujer nos gusta, acaban por gustarnos incluso las cosas suyas que no nos gustan. Quisiera saber por qué, aunque hace tiempo que he comprendid
prepotente a la fuerzaHABÍA dado la cuchillada sin querer, casi por equivocación; Gino la evitó, y yo, lleno de miedo, me escapé a mi casa, donde luego vinieron a arrestarme. Pero cuando salí, algun
rómulo y remoLA urgencia del hambre no puede compararse con la de otras necesidades. Prueben a decir en voz alta: «Necesito un par de zapatos…, necesito un peine…, necesito un pañuelo»; cal
sus díasDICEN que a los romanos el siroco no les hace efecto: han nacido con él. Pero yo soy romano, nacido y bautizado en la Plaza Campitelli, y el siroco me saca de mis casillas. Mi
tabúALESSANDRO me había hecho una escena asquerosa en el restaurante; dos semanas después, corriendo en motocicleta por la via Cassia, chocó con un camión y se mató en el acto. Giu
te toca a tiCUANDO era niño jugaba con otros de mi edad al juego de «te toca a ti», con esa retahíla que comienza: «Ciento cincuenta, la gallina canta», y acaba: «te toca a ti». Recuerdo l
un día negroYluego dicen. Hay quienes no creen en la iettatura, pero yo tengo pruebas. ¿Qué día era anteayer? Martes, 17. ¿Qué me ocurrió por la mañana, antes de salir? Al buscar el pan, e
un hombre infortunadoEL infortunio me persigue, y seguramente el día de mi nacimiento había en el cielo alguna mala estrella o cometa u otro astro maligno. Recuerdo que conocí, hace tiempo, a un me
una estupenda velada¿CUÁNTOS éramos? Éramos seis: dos mujeres, Adele, la mujer de Amilcare, y Gemma, su sobrina de Terni, de excursión en Roma; y cuatro hombres, Amilcare, Remo, Sirio y yo. Por lo
viejo estúpidoCUANDO se tiene la costumbre de cortejar a las mujeres es difícil advertir que el tiempo ha pasado y que las mujeres te miran como a un padre o, lo que es peor, como a un abuel
¡hasta la vista!PORTOLONGONE es un castillo antiguo, en la cima de una roca colgada sobre el mar. El día en que salí soplaba el lebeche, un viento fuerte que cortaba el aliento, y el sol brill
¡tómate un caldo!EL de tapicero es un oficio difícil. No hablo del ojo que es preciso tener para clavar y extender sin arrugas ni defectos las telas en los muebles; ni de la paciencia para cose