chekaEstábamos reunidos alrededor de una mesa, cargada de botellas de coñac jerezano envueltas en las nubes de humo de nuestros cigarros, cigarrillos y pipas. Se celebraba el primer
venganzaI Juan Vargas no hubiera podido decir, exactamerte, por qué estaba allí. En Buenos Aires estaba su hogar, allí estaba también su negocio, ahora abandonado, y su mujer, también