ánima en penaDon Ernesto Valles era, además de un importante editor, un erudito y bibliófilo de primera categoría. Hombre ya entrado en años, desgarbado, hasta un poco sucio, rehuía todo tr
el perseguidor inexistente—Reconozco que en ese hombre no hay nada de terrible. Es más: al principio de su persecución me resultaba cómico. Bajito, regordete, con un bigotillo pretencioso y, no obstante