Jules Dubois, gerente de la sucursal que en Lyon poseía el Banco Lafarge, dirigió una mirada a su reloj. Eran las cinco y veinte. ¿Es que rio se marcharían nunca? En aquel mome
1 Dicho claramente y sin disimulos, la señora Granville Page estaba arruinada. Claro que su ruina no era la de una persona cualquiera que teniendo quinientos dólares en el bols