PAÍS RELATO

Autores

max santino

doble dominación

Nunca he sido muy asiduo a los clubes gais, y a simple vista este no es muy diferente al resto; hombres bailando al son de la música electrónica, tocándose, besándose desvergonzadamente con las luces de neón proyectando extraños colores sobre sus pieles. La música ensordecedora, el aroma a sudor, loción masculina y alcohol…todas cosas con las que estoy más o menos familiarizado. Lo que es totalmente nuevo para mí es lo que ocurrirá en escasos minutos.
—Tú eres Leo ¿verdad? —me pregunta un hombre alto y fornido que trabaja en el club.
—Si —respondo, tratando de disimular mi nerviosismo. Pero las cosquillas ya han invadido la boca de mi estómago y entre mis muslos.
—Si quieres pasar al reservado, ya estamos listos —me dice, notando que es mi primera vez.
Apuro mi trago algo nervioso y me pongo de pie. Aquel hombre de quijada cuadrada y bíceps musculosos me guía a través de la pista de baile. Yo lo sigo, abriéndome paso entre los hombres bailando apasionadamente, y mis nervios aumentan con cada paso. Caminamos hasta una pequeña puerta negra custodiada por otro empleado del club. Cuando la atravesamos, me encuentro en un pequeño cuarto con paredes pintadas de rojo y luces débiles. La música también suena a un volumen más débil, con los sonidos graves retumbando entre mis piernas y acelerando mi excitación. Mis ojos van directo a una cruz de madera negra que espera contra la pared. A unos metros de ellas hay una mesa con varios juguetes sexuales. Mi polla comienza a despertar bajo mis pantalones y trago saliva.
—De acuerdo —dice el empleado del club —¿estás seguro que quieres hacer esto? Si cambias de idea puedes retirarte.
—Estoy seguro —me apuro a responder. El calor invade mis mejillas y me cuesta respirar. De pronto, el hecho de que no he follado en meses se torna insoportable. Mi mente vuela pensando en todas las cosas que deseo que me hagan en esa cruz, y con esos juguetes sobre la mesa.
—Bien, pero si cambias de parecer, tan solo díselo al Amo. Todas las actividades en este club se hacen con el consentimiento de todas las partes —insiste el hombre con una expresión seria. Yo asiento. —Has solicitado ser castigado por dos amos, junto a otro chico sumiso. Aceptas azotes suaves y juguetes pero no quieres juegos con cera ni electricidad ¿Es cierto?
Yo asiento de nuevo.
—Bien. Te has hecho los exámenes médicos pertinentes y has recibido nuestro correo electrónico garantizando que los otros dos participantes están sanos también.
—Si —asiento una vez más, impaciente ¡Quiero dejar de hablar y comenzar a follar! Quiero ver como son los otros tres; a los hombres que me dominarán y al otro chico sumiso que compartirá los castigos conmigo. Me han ofrecido ver sus fotos pero parte de mi fantasía era no ver sus rostros hasta ahora. Follar a dos perfectos desconocidos. Ahora, el suspenso me está matando.
—Una cosita más. A algunos participantes les gusta filmar las escenas y luego llevarse una copia. También subimos algunos fragmentos en nuestras redes sociales, si todos dan su consentimiento. Pero tú has especificado que no quieres que se grabe lo que ocurrirá aquí…
—¡Si, por favor! —Exclamo —He conseguido un empleo nuevo hace poco y preferiría que no quede registro de lo que pase aquí. Soy abiertamente gay en la oficina, pero nunca se sabe.
—No hay inconveniente. De hecho, los otros dos participantes tampoco desean que se grabe nada.
Respiro aliviado.
—Perfecto. Bueno, me retiro entonces. Que disfrutes —sonríe el empleado. Abandona el cuarto y me deja solo con las cruces y los juguetes. Los cosquilleos suben y bajan por toda mi espina dorsal. Una sombra de duda aparece entre la marea de excitación ¿Acaso he hecho bien en venir aquí?
¿Y por qué no? Estoy soltero, no tengo novio ni nada por el estilo, he aceptado mi sexualidad hace años y mi familia y amigos no tiene problema al respecto ¿Por qué debería sentirme culpable de follar? Aunque sea con dinero de por medio, con dos extraños en un antro. Desde que he comenzado a trabajar en la oficina a tiempo completo casi no he podido salir a ligar, y todo hombre tiene necesidades ¿Qué tiene de malo que haya acudido a un club de sexo? Es un lugar bastante profesional y se han tomado todos los recaudos ¿Y qué problema hay con que tenga la fantasía de ser dominado? Los hombres fuertes, poderosos y algo mayores que yo siempre me han parecido atractivos, pero nunca he tenido la oportunidad de experimentar el BDSM con ninguna de mis parejas anteriores. A todos les repugnaba la idea, pero a mí me ha obsesionado desde que vi un video porno en donde un hombre amordazaba a otro, esposaba sus manos detrás de su espalda y lo follaba bien duro, para correrse en su rostro lleno de lágrimas. Desde aquel entonces, he ardido porque alguien me haga lo mismo a mí. Ahora, finalmente voy a cumplir con mi deseo de ser dominado.
Camino hacia la mesa y deslizo mis dedos por la fusta de cuero, imaginando al amo azotándome con ella. Me muerdo el labio inferior y admiro el dildo de silicona rojo que espera erecto sobre la mesa. Es bastante grueso, y se ve tentador, aunque ahora mismo, deseo tener una polla de carne, caliente y dura, dentro de mí.
Se abre la puerta y entra un muchacho de mi misma edad. Me decía una sonrisa fugar, sin decir una palabra, y comienza a quitarse la ropa en forma mecánica. Yo tan solo lo observo, preso de mi calentura. Tiene el cabello rubio y desordenado, y unos ojos redondos y oscuros. Se quita la camiseta y la arroja al piso, revelando un torso plano y delgado, sin muchos músculos pero irresistible al mismo tiempo. Luego se quita los pantalones y los zapatos, y sus muslos son fornidos y elegantes a la vez. Mi miembro está palpitando con fuerza entre mis piernas mientras el desconocido realiza su improvisado striptease delante de mis ojos. Se quita la ropa interior con un movimiento rápido y su polla salta a mi vista, un buen tamaño; larga y delgada. No está rígida aun, pero a mi s eme hace agua la boca.
Una vez que está totalmente desnudo, me dedica otra sonrisa que me hace temblar las rodillas. No hay lugar a dudas que él es el otro sumiso….por su cuerpo, actitud y facciones delicadas. Pero al mismo tiempo, posee una confianza en sí mismo que imagino, es la envidia de muchos amos.
—Hola —me dice casi con un ronroneo. Ahora sí, mi polla está dura como una roca. —No temas, vamos a divertirnos mucho.
Separo mis labios para responder cuando la puerta se abre una vez más. Otro hombre entra al cuarto. Lo primero que me llama la atención es su pecho, con una irresistible mata de vello oscuro entre sus pectorales definidos por el ejercicio. Debajo, una deliciosa serie de abdominales se ven tensionados, y yo imagino deslizar mi lengua por ellos, siguiendo el recorrido hacia su entrepierna. Lleva unos pantalones de cuero negros ajustadísimos, y se puede notar que su polla ya está algo dura. Parece grande, e inmediatamente la imagino embistiendo dentro de mi culo. Mi mirada sube hacia su cuello, largo y elegante, sostenido por dos hombros fuertes. Su rostro está cubierto por una capucha del mismo tipo de cuero opaco que sus pantalones. Solo hay cuatro orificios; para su boca, su nariz y uno para cada ojo, los cuales brillan como dos luceros en la íntima luz del cuarto.
Me mira y mis rodillas tiemblan. Su postura recta proyecta dominación, y las venas se marcan en sus brazos hasta llegar a dos manos grandes y masculinas. No puedo esperar a sentir esas manos en todo mi cuerpo. Instintivamente miro al muchacho desnudo frente a mí; él se muerde el labio en un gesto decididamente lujurioso.
Antes de que yo pueda mover un músculo, otro hombre entra a escena. También posee una capucha de vinilo negro brillante que cubre su cabeza, con un cierre abierto a la altura de su boca. Su cuerpo es igual de musculosos que su compañero; con unos hombros duros como la roca, unos pectorales firmes adornados con una irresistible mata de vello castaño, y una espectacular serie de abdominales en su estómago plano. Lleva unos pantalones militares no tan ajustados como los de su compañero, pero que aun así denotan una polla semi rígida en su entrepierna.
—¿Bueno? —Me repte el primer hombre de la capucha con una voz grave y demandante —¿Por qué no estás desnudo?
—S—si…. —balbuceo mientras mis manos van a la cintura de mi camiseta para quitármela. Él da un paso al frente.
—Sí, Amo. De ahora en más te referirás a mi como Amo número uno. —me dice con un dejo de impaciencia en su voz que me pone más caliente todavía. Luego toma la fusta de la mesa y señala al hombre de pantalones camuflados —Y te referirás a él como Amo numero dos ¿entendido?
—Sí, Amo número uno —repito mientras mi camiseta vuela al otro extremo del cuarto. Mis manos tiemblan mientras me apuro a quitarme los zapatos y busco la cremallera de mi pantalón. Quiero desvestirme lo más rápido posible para que ese hombre me folle sin piedad. Esto es aún mejor a lo que he imaginado, y mi corazón está a punto de explotar dentro de mi pecho. La atención del Amo Dos pronto gira hacia el otro muchacho esclavo.
—Tú, de rodillas. Chúpame la polla —le ordena. El chico rubio camina hacia él en forma decidida y se arrodilla frente a su entrepierna abultada. Acaricia los muslos por sobre el cuero y libera el miembro grueso con sus dedos hábiles. Ver esa polla me hace exhalar con asombro; no puedo esperar para tenerla dentro de mi culo. El muchachito la toma en su mano derecha y la acaricia, disfrutando de su grosor y dureza. Me lanza una mirada cómplice antes de deslizar su lengua por toda su extensión. Oigo al Amo gemir de placer y mi propia polla se retuerce en soledad. Ya me he quitado los pantalones y me bajo la ropa interior hasta el piso, revelando una erección furiosa y desesperada por atención. Pero solo puedo mirar; mirar como el chico lame esa polla mientras sostiene la base en su mano, morar como besa el glande y como gime de gusto.
—Si hubieras estado desnudo al llegar, tú se la estarías chupando ahora —dice el Amo Uno mientras el esclavo engulle su miembro con hambre urgente.
—Perdón… Amo número Uno —respondo, entendiendo como funciona el jueguito.
Cuando estoy completamente desnudo, observo como la cabeza rubia del otro chico se mueve frenéticamente, tomando la polla del Amo Dos hasta su garganta. Lo escucho salivar y escupir mientras su velocidad aumenta, y yo no puedo tolerarlo más. Doy un paso al frente, decidido a arrodillarme y chupársela también, pero el Amo Dos alza su mano y me detiene sin tocarme.
—¿Qué haces? ¿Acaso te he dicho que podías chupármela? —me dice, y es la primera vez que escucho con su increíble tono de voz dominante.
—¿No? —titubeo.
Logro discernir una sonrisa debajo de la capucha, unos labios masculinos pero generosos se curvan y unos dientes blancos como perlas asoman. Es una sonrisa desafiante, confiada, que me hace temblar las rodillas pero que al mismo tiempo exige sumisión. El Amo Uno le da un golpecito al esclavo en su hombro y este alza la vista.
—Atalo en la cruz. —Le ordena —Este chico necesita aprender disciplina.
El sumiso rubio se pone de pie y con una fuerza que yo no esperaba de él, me pone de espaldas contra la cruz. Siento la fría madera entre mis omoplatos y el muchachito me toma de las muñecas y extiende mis brazos a ambos lados. Tengo su rostro a escaso milímetros del mío, la boca húmeda con la cual le ha chupado la polla al Amo Dos casi rozando mis labios. Instintivamente lo beso. El chico se sorprende pero acompaña el beso con pasión, saboreando mis labios y dejando que mi lengua penetre en la suya. Mientras nos besamos con fervor, y nuestras lenguas danzan la una con la otra, siento las fuertes manos del Amo Uno atando mis muñecas a la cruz. Mis piernas también son separadas y sujetadas a la cruz con esposas de cuero, formando una X con mi cuerpo.
Una vez que estoy bien atado e indefenso, el muchacho aleja su boca de la mía y me da una mirada orgullosa.
—Bien, me gusta verte así. Vulnerable —suspira el Amo Uno. —Hasta que no aprendas disciplina, lo único que podrás hacer es mirar.
El chico se muerde el labio y festeja con una risita adorable. El Amo Dos lo llama y este se aleja de mi cuerpo. El hombre de torso ancho y pantalones militares coloca un collar de perro en el cuello del muchacho sumiso. Este parece ronronear de placer y yo siento algo de envidia. Con mis manos y pies atados a la cruz, solo puedo contemplar el espectáculo, el chico se arrodilla frente al Amo Dos y desliza su lengua por toda la longitud de su polla. No usa sus manos, solo su lengua y sus labios para complacer al hombre musculoso de pantalones militares. Engulle su miembro de un solo movimiento, y el Amo jala de la correa en su cuello. Mientras el chico mueve su cabeza hacia atrás y adelante, atragantándose con esa polla gruesa y enorme, el Amo Uno escupe en sus dedos y lo penetra con el índice. Escucho al chico gemir de placer, con la polla del otro en la boca. Todo mi cuerpo siente una ola de placer y frustración. Inconscientemente me retuerzo bajo mis ataduras, pero no puedo moverme, no puedo unirme a ellos. Las cosquillas en mi polla se tornan rápidas y rabiosas, urgentes, y mi corazón se acelera.
Veo como el muchacho está en el suelo, apoyado en sus manos y rodillas, mientras le chupa la polla al Amo Dos y el Amo uno lo folla con sus dedos. Se toma turnos para escupir y palmear su culo, ese culo tan pálido, perfecto y redondo. Lo explora con la punta de su fusta de cuero, haciendo que el chico arquee su espalda con gozo. Luego vuelve a penetrarlo con sus dedos; ahora está usando dos, el índice y el mayor, y al chico le encanta. Los mueve hacia atrás y adelante a un ritmo creciente, y el chico le chupe la polla con más ansias al Amo Dos. Veo como los chorros de saliva resbalan desde su boca hasta el suelo, y escucho como el otro gime de placer.
Deseo que mis manos estén desatadas para poder masturbarme; conforme avanza el espectáculo, los latidos en mi polla se tornan más dolorosos. Pero no puedo aliviarme, solo puedo mirar.
El Amo número Uno escucha mis gemidos de frustración y se pone de pie. Durante una fracción de segundo me ilusiono con que se acercará a mí y me tocará, me follará…me penetrara con sus dedos igual que como lo ha hecho con el muchacho en el suelo. Pero solo me dedica una sonrisa, casi imperceptible gracias a su capucha, y me dice.
—¿Te gusta lo que ves? ¿Te gustaría que te hiciéramos esto a ti?
—¡Sí!—gimo en forma desvergonzada. El Amo ríe en respuesta y se aleja de mí. Se coloca de pie junto al otro Amo y libera su polla de sus pantalones de vinilo negros. Es tan enorme como la de su compañero; gruesa y con el glande de un rosado furioso. Se me hace agua la boca y mi polla late más duro imaginando ese miembro en mi culo.
Ahora el chico está chupándosela a los dos al mismo tiempo, gimiendo y esforzándose por complacerlos a ambos. Se toma turnos para lamer y escupir las dos pollas durísimas frente a su cara, casi sin usar sus manos. Los gruesos hilos de saliva chorrean por su boca y entre los dos glandes. El muchacho engulle la polla de uno y luego la del otro. En un momento intenta tomarlas a las dos al mismo tiempo, pero solo consigue atragantarse, jadear y ahogarse. Por algún motivo, esos sonidos me excitan muchísimo ¡Desearía tanto estar en su lugar, luchando por saborear esas dos pollas enormes a la vez! Mi miembro duele horrores.
—¿Te gustaría que este fueras tú? —Me pregunta el Amo número uno mientras jala el cabello rubio del muchacho entre sus piernas —¿Te gustaría que te folláramos la garganta así?
—¡Sí! —respondo con un gemido. Pero solo obtengo una risita cruel en respuesta.
En vano lucho con las ataduras que mantiene mis muñecas a la cruz de madera. El hombre de pantalones negros se coloca una vez más de rodillas en el suelo, detrás del muchacho rubio. Puedo ver todo lo que hacen, y cada detalle es tan exquisito como doloroso. Mientras el sumiso continúa chupándole la polla al Amo número dos, quien jala de su cuello con firmeza y gruñe de placer, el Amo número uno escupe en su mano, desparrama la saliva por todo el grosor de su polla y presiona su glande entre las nalgas del chico. Las separa con sus manos y puedo ver como su miembro entra en él. Escucho al chico gemir de dolor y placer con la polla del otro en la boca. Solo puedo imaginar lo bien que se debe sentir; el Amo sujeta su cintura con ambas manos y empuja, empuja y empuja. Sus pantalones de vinilo han resbalado por sus piernas hasta el suelo, enredados en sus rodillas, y puedo ver cómo los músculos de sus nalgas y muslos se contraen mientras embiste. Los gemidos del muchacho aumentan con desesperación, y el Amo lo penetra más fuerte y más duro. Siento tantos deseos de estar en su lugar que apenas puedo respirar. Mi polla está chorreando pre semen, mientras mi cuerpo permanece inmóvil en la cruz. Dejo escapar otro gemido, pero los tres me ignoran.
Está follando tan duro a ese chico que sus piernas tiemblan, casi incapaces de aguantar el peso de su cuerpo delgado. Con el aliento entrecortado y el rostro rojo, deja de chuparle la polla al Amo número Dos y despide unos gemidos tan agónicos como candentes. Su cara se contorsiona de placer mientras la polla entra y sale de su culo a toda velocidad. El Amo Dos observa el espectáculo y se masturba a milímetros de los labios del muchacho.
El amo número uno se detiene. Su polla sigue enterrada en el culo del chico, pero no se mueve. Su pecho y estomago suben y bajan, le cuesta respirar, puedo notar que está retrasando su eyaculación. Sin soltar la cintura del muchacho rubio, gira su cabeza hacia mí.
—¿Quieres estar en su lugar? —me pregunta con el aliento entrecortado.
—Si…
—Debes suplicar mejor que eso —dice con un dejo de crueldad. La frustración me hace doler el miembro, y mi corazón golpea fuerte dentro de mi pecho.
—Por favor…
—Por favor ¿Qué?
—¡Por favor, fóllenme! ¡Desátenme y fóllenme! —grito a viva voz. Mientras me retuerzo en la cruz y suplico, el Amo número Dos se corre en la cara del rubio. El semen caliente empapa su cara, y el muchachito rubio cierra los ojos y sonríe. Con su lengua recoge los rastros de semen en sus labios y barbilla. Cuando el Amo número uno retira su polla dura de su interior, emite un pequeño quejido, pero permanece en cuatro patas sobre el suelo. El hombre camina hacia mí, con el pecho cubierto de una fina capa de sudor y su polla durísima apuntándome. Siento otro escalofrío.
—¿Vas a portarte bien? —me pregunta con voz profunda, caminando lentamente hacia mí.
—¡Sí! ¡Sí! ¡Por favor, desátenme! —suplico.
El Amo emite una risita. Lo veo patear sus pantalones de vinilo a un rincón. Camina hacia la pequeña mesa donde esperan los juguetes sexuales y toma un collar de perro con una correa idéntico al que está usando el sumiso en el suelo. Me muerdo el labio inferior cuando sus manos están ajustando el collar de cuero en mi cuello. La presión es perfecta; ideal para sentirme bajo su dominio, pero no lo suficiente para sofocarme. El hombre me desata las manos y los tobillos con parsimonia, y todo mi cuerpo está latiendo de deseo. Una vez libre, me ordena ponerme en cuatro patas. Obedezco y me dejo conducir por él, quien jala de mi correa.
—Vas a cumplir todas nuestras ordenes ¿no es cierto? —susurra el Amo Uno con voz ronca, mientras me guía hacia el rincón del cuarto donde espera el chico rubio.
—Si…—jadeo mientras camino sobre mis rodillas y manos. Me siento en el suelo, al lado del muchacho con el rostro sonriente y cubierto de semen. Está con la espalda apoyada contra la pared, y su pecho sube y naja mientras recupera el aliento. Su polla está dura y mis ojos se desvían por ese miembro de buen tamaño y punta rosada. También hay rastros de semen en su pecho, desparramados entre los pequeños pezones marrones.
—Límpialo —me ordena el Amo número Dos.
Yo deslizo mi lengua sobre el culo del chico, buscando su mandíbula. Recojo los rastros de semen y los saboreo, siento como la respiración del chico se agita bajo mis besos, y continúo. Pruebo el semen caliente de sus mejillas y el borde de sus labios, y él gime de placer.
—Quiero ver cómo esos dos putitos lindos se besan —ríe el Amo número dos. El amo Uno también ríe y me jala de la correa, acercándome a la fuerza contra el pecho del rico.
—Ya lo han oído. Bésense —Ordena, deslizando la fusta por mi columna vertebral.
Tomo los labios del chico en los míos. Se sienten deliciosos; carnosos, hambrientos, suaves, calientes y húmedos por el semen del amo. Las pulsaciones en mi polla se tornan más fuertes mientras nuestras lenguas se cruzan. El chico saborea mi lengua y yo saboreo los rastros de semen. La fusta del Amo Uno recorre toda mi espalda y juega entre mis nalgas.
—Eso es, déjalo bien limpito —ordena uno de los amos, tengo la cabeza dando vueltas así que me cuesta reconocer quien es quien, pero obedezco; deslizo mis labios y mi lengua por el cuello del muchacho. Dibujo círculos en su pecho plano con mi lengua, limpiando las blancas gotas de semen. Encuentro uno de sus pezones y lo lamo hasta dejarlo limpio. Escucho al chico gemir y succiono uno de los pezones. Lo beso, lo lamo y lo muerdo mientras uno de los amos está acariciando mis nalgas. Siento un golpe de la fusta en ellas y lanzo un gemido. Ambos ríen. Sigo besando y lamiendo el pecho del chico, mientras recibo los golpes suaves pero firmes de la fusta en las nalgas. Un ardor se esparce entre ellas y aumenta el dolor en mi polla.
—Qué lindo culo tiene —reconozco la voz del Amo Dos, pero continúo besando y lamiendo al muchacho cubierto de semen. Su piel es cálida y deliciosa.
—Chúpale la polla —me ordena el Amo Uno. Y admito que me siento algo decepcionado; desearía poder ocuparle la polla gruesa, larga y dura de alguno de los dos amos. Aunque la del chico se siente deliciosa entre mis dedos. Me inclino sobre su cuerpo, sujeto la base de su polla con mi mano derecha y engullo su glande. Mientras lo hago el muchacho se retuerce, y uno de los amos está humedeciendo el agujero de mi culo con lubricante. Me estremezco, y la polla me late as fuerte. El Amo numero dos presiona mi cabeza, obligándome a engullir el miembro del chico en su totalidad. Muevo mi cabeza más rápido, subiendo y bajando mientras me atraganto, y el Amo Uno está metiéndome el dedo en el culo con ayuda de su lengua y su saliva.
—Vamos a divertirnos mucho follando este culo —sentencia antes de lanzar un escupitajo en mi agujero. Desparrama la saliva con su lengua y mete su dedo más profundo, yo gimo con la polla del rubio en la boca. Las manos del Amo Dos también palpan mis nalgas, la bofetean, las aprietan. Mientras yo sigo chupando el miembro en mi boca, el Amo Uno me penetra con su dedo índice. Lo mueve hacia atrás y adelante, cada vez más rápido. La presión es increíble, y aumenta mi necesidad de que me follen. Yo hago una pausa para respirar, y emito un largo gemido de placer. El Amo Uno retira su dedo de mi culo y ahora es el Amo Dos quien inserta su índice. Lo mueve en movimientos circulares, explorando lugares que me hacen temblar las piernas y gritar. El Amo uno escupe de nuevo en mi culo y también mete su dedo. Masturbo al chico rubio mientras intento respirar, y ambos me están follando con sus dedos al mismo tiempo. Han sincronizado sus movimientos, y sus índices me están abriendo con un placer intenso. Se mueve hasta el fondo, rápido, hurgando dentro de mí. Emito un largo gemido, incapaz de respirar.
El Amo número Uno ríe y retira su índice de mi culo, me da una sonora nalgada y el Amo Dos lo imita. Me siento vacío, palpitante, húmedo, mareado. Necesito que me follen. No es un deseo, es una necesidad primitiva y desesperada. Mis paredes internas laten con urgencia, y mis rodillas tiemblan. Miro hacia arriba y noto que la polla del Amo Dos se ha puesto dura una vez mas, asomando por la cremallera de sus pantalones militares. Es gruesa y el glande de color rojo escuro está palpitando frente a mi rostro. Siento como empiezo a salivar.
—Chúpame la polla —me ordena con su voz cavernosa. Me acomodo sobre mis rodillas y tomo su polla en la boca. Se siente genial; dura, caliente. La sujeto con la mano derecha y la envuelvo con mis labios. Muevo mi cabeza hacia atrás y adelante, rápido, tratando de tragarla entera. Tengo los ojos cerrados, y los abro a sentir los labios del chico rubio chupándome el miembro. Dejo escapar una exhalación profunda; mi polla está tan sensible que el roce húmedo de sus labios me vuelve loco. Creo que me correré más rápido que de costumbre. Y el chico la chupa tan bien, a un ritmo cadente y delicioso, ayudándose con sus manos. Miro hacia abajo y lo encuentro tumbado en el suelo, con el cuerpo de lado, chupándome la polla. Gimo de nuevo y el Amo número uno me jala de la correa en forma insistente.
—¿Por qué te detienes?—me dice, y una sonrisa cruel se asoma por la abertura de la capucha de cuero.
Me relamo los labios y me meto la polla del Amo Dos en la boca. Me cuesta concentrarme cuando el rubio me está devorando sin piedad. El Amo Uno se acerca también, y presiona su glande contra mi mejilla. Yo giro la cabeza y me meto su polla en la boca, lo escucho gruñir de placer. Masturbo al Amo Dos mientras se la chupo al Amo Uno, gimo con la boca llena mientras el sumiso me complace con sus labios. No podré tolerarlo mucho tiempo. Muevo mi cabeza hacia atrás y adelante, bien rápido, engullendo en su totalidad la polla del Amo uno. Cuando siento nauseas, echo mi cabeza hacia atrás en forma violenta. Un grueso hilo de saliva pende entre mis labios y su glande. Escupo el exceso de saliva en la polla del Amo Dos, ahora se la chupo a él mientras masturbo al Amo Uno. Siento como me jalan de la correa en forma insistente, mientras yo me esfuerzo por chupárselas a ambos al mismo tiempo. Entre mis piernas, el muchacho también está tragándose mi miembro entero, y yo apenas puedo tolerarlo. La cabeza me da vueltas, mis músculos internos aun palpitan por cómo me han metido los dedos. Estoy satisfecho y frustrado al mismo tiempo. Necesito más, necesito más…
—Arriba —ordena el Amo Uno con un suspiro ronco. Aparta su polla de mi boca y me jala de la correa, obligándome a ponerme de pie. El Amo Dos obliga al rubio a ponerse de pie.
Nos hacen subirnos a la mesa que hay en el centro de la habitación, apoyados sobre nuestras manos y rodillas y con las caras enfrentando la pared. Las piernas me tiemblan y la polla me duele. Uno de los amos presiona mi nuca, y también la del chico rubio, obligándonos a besarnos. No me cuesta nada obedecer aquella orden; los labios del chico son deliciosos; húmedos y carnosos. Cierro mis ojos y me pierdo en el beso, cruzo mi lengua con la suya, gimo de placer, lo muerdo, lo saboreo. Mientras tanto, siento una lengua juguetear con el agujero de mi culo. Me veo obligado a interrumpir el beso y gritar. Cuando abro los ojos y giro el cuello; encuentro la capucha del Amo número uno enterrada entre mis nalgas. Es él quien me está comiendo el culo, enloqueciéndome con su lengua. No puedo soportarlo, no puedo respirar. El chico me calla con un beso apasionado, pero cuando el Amo número Dos está torturando su culo con su lengua, él también debe dejar de besarme para gritar. Los sonidos que emite son deliciosos; el Amo Dos lo devora con hambre, le da sonoras nalgadas que lo hacen temblar. Y el Amo número Uno me está volviendo loco, curvando su lengua dentro de mi culo y masturbándome al mismo tiempo.
Cuando creo que no puedo tolerarlo más, la lengua me abandona. Respiro hondo cuando siento el glande del Amo Uno abriéndose paso en mi culo mojado. Se siente mil veces mejor de lo que esperaba. Mientras esa polla dura me abre, deslizándose despacio en mi culo palpitante, escucho al rubio gemir como un demente; el Amo Dos ya lo está follando sin piedad, enterrando su miembro en lo más profundo de su culo. Las manos fuertes sostienen su cintura y todo su cuerpo delgado tiembla gracias a las brutales embestidas.
—Te hacía falta esto ¿verdad? ¿Una buena polla en el culo? —gruñe el Amo Uno entre dientes, mientras empuja dentro de mí con bestialidad.
Apenas puedo gemir unos lastimosos Si mientras me folla. Tal vez porque he han hecho esperar tanto, pero ahora esa polla se siente como la mismísima gloria. Entra y sale de mí con rapidez, fuerte, duro…me hace gritar y mis paredes internas se contraen rítmicamente alrededor de su impresionante grosor. Duele un poco, pero al mismo tiempo es lo mejor que he sentido en mi uta vida. Incluso me olvido que mi erección está palpitando entre mis piernas, desesperada por algo de fricción. Solo me importa el placer que estoy recibiendo por el culo, tan brutal e intenso.
El chico rubio a mi derecha no para de gritar, y su voz aumenta mi calentura. Llego al punto que la cabeza me está dando vueltas y el calor me asfixia. El Amo Uno empuja y empuja y empuja, y yo creo que voy a volverme loco.
—Me encanta cómo grita —ríe por lo bajo el Amo Dos.
Y yo simplemente no puedo más. Mi eyaculación está cerca, todo mi cuerpo está palpitando. Pero aun así, no estoy satisfecho. Deseo más, necesito más. Me falta el aire, siento mi rostro ardiente y rojo. El corazón golpea fuerte dentro de mi pecho, como si fuera a explotar. Y sin pensarlo, con un hilo de voz, las palabras escapan de mi boca:
—Los dos…quiero que me follen los dos.
No puedo creer lo que acabo de decir. El chico rubio hace silencio y el Amo Uno se queda quieto, con su polla palpitando en mi interior.
—Eso no está en el contrato —dice con el aliento entrecortado. Su tono de voz es diferente al que ha estado usando desde que comenzó la sesión; es más suave, y hasta dubitativo.
—Lo sé…pero lo quiero ¡Quiero sus dos pollas en el culo! —gimo en forma desvergonzada.
—¿Estás seguro? —pregunta el Amo Dos.
Me muerdo el labio inferior y asiento; nunca había deseado tanto algo en mi vida. El Amo Uno retira su polla de mi culo con un movimiento lento, pero algo doloroso. Chillo y respiro hondo para prepararme. El Amo Dos me ofrece su mano y yo me bajo de la mesa. El hombre de pantalones militares se tumba de espalda sobre la mesa, y yo me siento a horcajadas de él. El muchacho rubio me humedece el culo con su lengua durante unos minutos, y luego el Amo Uno me aplica una generosa cantidad de lubricante con sus dedos. Guio la gruesa polla del Amo Dos hacia mi agujero y desciendo despacio. Es gorda, y me llena de placer. Mis paredes internas palpitan al su alrededor, y él me sujeta de la cintura. Cuando tengo toda su longitud enterrada en mi culo, lanzo un gemido agónico. Me tumbo sobre su cuerpo, él envuelve mis hombros con sus fuertes brazos y yo me muevo. Subo y bajo, despacio al principio, y el roce de mi polla dura contra su estómago y el mío hará que me corra enseguida. Aumento la velocidad a medida que me acostumbro a su tamaño, y el chico rubio se sube a la mesa de un salto. Está de pie y su entrepierna queda justo frente a mi cabeza. Con manos gentiles envuelve mi rostro y guía mi boca hacia su polla. Se la chupo mientras muevo mis caderas, enterrándome más profundo en la polla dura del Amo Dos. Cuando estoy casi a punto de correrme, siento el peso de los pies del Amo uno sobre la mesa. Su glande comienza a hacer presión contra el agujero de mi culo, abriéndose paso a la par de la polla del otro Amo. Es una sensación increíble, y yo me veo obligado a gritar con el miembro del rubio en la boca. No puedo respirar, me aparto para tomar una bocanada de aire. Giro un poco mi cuello y veo al Amo sujetándome de la cintura mientras me penetra. Ambos hombres me sujetan con una fuerza increíble mientras me penetran; el Amo dos tiene su erección enterrada en el punto más recóndito de mi cuerpo, pero el Amo Uno recién está entrando. Lo oigo gruñir de dolor y placer y me excito todavía más. Cuando tengo las pollas de los dos adentro, extendiendo mis paredes internas a una dimensión jamás imaginada, el semen escapa de mi polla con un espasmo violento. Grito de placer, y el chico rubio me silencia con un beso apasionado, todo mi cuerpo está vibrando por el orgasmo y los dos hombres están empujando con pasión dentro de mi culo. Mi semen caliente se esparce entre mi estómago y el del Amo Dos debajo de mí, escucho el sonido de la carne de Amo Uno chocar violentamente contra mi culo mientras me folla. Con la cabeza dándome vueltas, mareado por mi propio orgasmo, logro meterme la boca del chico rubio en la boca una vez más. Pero solo puedo chupársela durante unos breve instantes; con un gemido delicioso él la retira de mi boca y comienza a masturbarse a lo loco. Cierro mis ojos y siento su semen caliente y espeso chorrear por mi cara. Lo recojo con mi lengua y lo saboreo, mientras el Amo Uno empuja cada vez más duro dentro de mi culo. Ha sincronizado sus movimiento con los del Amo Dos y creo que van a partirme en dos. Tomo la polla todavía palpitante del rubio entre mis labios y limpio hasta el último rastro de semen mientras él tiembla de placer.
El Amo dos se corre primero, derramando una abundante carga de semen dentro de mi culo. Aúllo de placer, y el líquido ayuda a que el amo Uno pueda deslizarse todavía más rápido. Segundos después, él también se corre, y el semen de ambos me desborda, chorreando por las caras internas de mis muslos. Jamás me había sentido tan lleno.
Terminado el encuentro pactado, cada uno se va por su lado. Ignoro a donde conduce la puerta por donde se retiran los dos Amos, desnudos y cubiertos de sudor. El chico rubio me dedica una última sonrisa y me pide mi móvil para agendar su número. Accedo con una sonrisa, ansío volver a divertirme con él, ya sea los dos solos o con alguien más. Un empleado del club me guía hacia los baños y me doy una ducha rápida. Cuando estoy por salir a la calle, con el cabello todavía húmedo, el mismo empelado que me ha recibido me pregunta:
—¿Todo acorde a lo planeado?
Yo sonrío, mis interiores todavía arden y duelen, pero es un dolor exquisito.
—No del todo, pero volveré —respondo antes de cruzar la puerta.