Como estoy algo enfermo, paso el día sentado en el living de casa. A ratos me duermo y quizá por ello de noche no tengo sueño. Harto de revolverme, angustiado, en la cama, voy al living, que es el cuarto contiguo a mi dormitorio, y enciendo el televisor. A tan altas horas, según mi experiencia, hay un solo programa: la vida agitada de un típico héroe de películas de acción, protagonizada por un individuo físicamente parecido al que yo fui a los treinta años.
He descubierto que la gente ocasionalmente me visita, me admira por las aventuras y proezas del mentado individuo. No niego que esta comparación me halaga.