henry kuttner
el profesor sale de escenaLos Hogben somos muy exclusivos. Ese fulano de la ciudad, el profesor, tuvo que haberlo sabido, pero se metió donde nadie lo había invitado, y ahora no tiene derecho a quejarse
el robot vanidosoA menudo le pasaban… cosas a Gallegher —que tocaba la ciencia de oído—. Era, como él solía observar, un genio accidental. A veces empezaba con un trozo de alambre, unas pocas b
el twonkyLos cambios de personal en Mideastern Radio eran tan frecuentes que a Mickey Lloyd le costaba acordarse de sus hombres. Constantemente había empleados que renunciaban para trab
la aureola equivocadaApenas se podría culpar al ángel más joven por el error. Le habían dado una aureola flamante y brillosa, y le habían señalado el planeta en cuestión. Él había obedecido incondi
la máquina de dos brazosDesde los días de Orestes hubo hombres perseguidos por las Furias. Sólo en el siglo veintidós la humanidad fabricó un equipo de Furias reales hechas de acero. Entonces la human
la voz de la langostaLadeando el cigarro en un ángulo conveniente, Terencio Lao-t’sé Macduff aplicó un ojo cauteloso al orificio del telón y escrutó la concurrencia. —Qué brete —murmuró entrecortad
mimosos se atristaban los borlorosEs inútil tratar de describir a Unthahorsten o el lugar donde estaba, ante todo porque habían pasado muchos millones de años, y además porque Unthahorsten no estaba en la Tierr