PAÍS RELATO

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amber michel

existencia en plástico

Soy una muñeca y vivo en una caja de cartón con ventanas de plástico; no puedo hacer mucho más que observar cómo las personas viven su vida, me gusta mirar su ropa, sus peinados, lo que comen y lo que hacen, me gusta ver cómo aman y me pregunto con frecuencia si aman de verdad o si sólo fingen amar, como aquel chico que besa a aquella chica pese a que la belleza física de la ella es inexistente; me pregunto si el chico la ama por su belleza interior o si sólo finge un amor para traicionarla. Me encantaría que él sintiera amor de verdad, así este mundo tendría más esperanza.
Veo también a las personas que van a bailar, los que disfrutan de algún deporte, o tocan algún instrumento. Miro a la gente que va de paseo, los veo sumergiendo los pies en las olas del mar, escalando altas montañas o viendo su reflejo en lagos de agua cristalina.
Los observo mientras ríen, mientras lloran, cuando hacen amigos, cuando se enamoran. Los observo mientras cantan a todo pulmón sus canciones favoritas y cuando triunfan en lo que tanto se esforzaron por lograr. Veo el brillo de sus ojos, el hambre de conquistar sus sueños, los imposibles que hacen posibles, las dudas que aplastan con objetivos alcanzados y las mariposas en sus vientres.
Yo los observo viviendo, pero nunca puedo hacer lo que ellos viven. Mi vida es monótona y rutinaria; soy una muñeca de carne y hueso, y vivo en una casa de madera con ventanas de vidrio. No puedo hacer mucho más que observar cómo las personas viven su vida, porque aunque lo intento, no puedo ser la heroína que tanto quiero ser, y tengo que conformarme con ser una simple muñeca que no puede cambiar su existencia.