PAÍS RELATO

Autores

amber michel

estrellas y lobos

Kelsy está sentada junto a la ventana, la noche es oscura excepto por miles de lucecitas blancas que centellan en el cielo; Kelsy las mira con una pequeña sonrisa en sus labios, entre sus manitas sostiene una hoja de papel blanco y crayones de distintos colores: azules, rojos, verdes y amarillos, pero sus favoritos son los de color naranja. Hace dibujos: una casita, un árbol, montañas y un sol sonriente. Está satisfecha con su creación, pero no es suficiente; se aburre, desea algo, pero no sabe qué.
Mira a su padre que está intentando arreglar una gotera en el techo, parece enojado, pero ella sabe que no lo está; siempre tiene esa cara cuando está ocupado, pero cuando juega con ella, es muy sonriente. Sigue mirando a su padre pero aún está aburrida y ya no quiere dibujar, entonces mira a los puntitos blancos del cielo, recuerda que se llaman estrellas…
—Papá, quiero aprender a escribir, por favor, enséñame a escribir —dice Kelsy, mirando hacia el cielo, mientras empaña la ventana con su respiración.
—¿Por qué quieres escribir? —dice su padre.
—Para no tener miedo.
—Continúa.
—Si aprendo a escribir, ya no me sentiré sola; podré escribirle cartas a mi tía, a mis amigos, incluso a ti, y cuando los lobos lleguen a mi habitación por las noches, yo ya no tendré miedo, porque estaré tan ocupada leyendo y escribiendo cartas, que podré ignorarlos a todos.
Su padre sonríe con ternura, Kelsy tiene mucha imaginación, pasa sus días entre aventuras, además tiene muchos amigos. La imaginación de esta niña solo tiene un inconveniente: por las noches, construye lobos feroces imaginarios, con afilados colmillos y ojos atroces, que miran a Kelsy con odio. Justo cuando estos lobos imaginarios acechan la habitación de la niña, ella intenta ser valiente, abraza a su osito de peluche y trata de no llorar, pero a pesar de sus esfuerzos, su padre la escucha llorando, con amor, va a su habitación y la acompaña hasta que ella se vuelve a dormir.
—Te enseñare a leer y a escribir —dice su padre, los ojos de la niña se iluminan y abre su boquita para dar las gracias, pero su padre la interrumpe, —pero debes prometerme que ya no imaginarás a más monstruos.
—Lo Prometo —dice la niña. Han pasado veinte años, y Kelsy es ahora una gran escritora, reconocida a nivel mundial por sus novelas: de terror. Muchas veces lo que nos asusta, es la clave para triunfar.