El niño de cabello dorado tiene nueve años y escribe historias fantásticas para no escuchar a la pobreza; un día es astronauta, otro día es pirata, hay días en que viaja a tierras muy lejanas; otros busca criaturas mágicas, y cuando no está viajando, en sus escritos, ayuda a niños pobres y les lleva comida.
Para los adultos son sólo palabras e historias, pero para él , son más reales que su propia vida: de tanto intentar escapar de la realidad, ya no distingue lo real de lo fantástico; los dos mundos se convirtieron en uno sólo y él ya no sabe cómo separarlos; mientras sus padres gritan, el se refugia en el abrazo silencioso de las letras; mientras escasea la comida, él devora la riqueza de las palabras; mientras el mundo se cae a pedazos, él construye un nuevo mundo: uno en el que no existe el dolor, el desamparo, los gritos ni las carencias…
Construye un mundo con libros, relatos, cuentos y aventuras; donde existen las sonrisas, los días cálidos, los abrazos sinceros y la paz, sobre todo la paz…
Quizás todo se esté cayendo alrededor, tal vez la esperanza se extinga y la soledad quiera abarcarlo todo; pero mientras existan los libros, los niños y las niñas, a este mundo no le faltará nada.