PAÍS RELATO

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amber michel

despedida forzada

Estoy en problemas muy serios, mi abuela se hartó de mi comportamiento desinteresado y del trato frío con que atiendo a las personas en la tienda. ¿Cómo le explico que mi falta de interés hacia los de mi especie se debe a que no veo nada verdadero en ellos? Son una decepción, sonríen sin sonreír, saludan sin saludar, abrazan sin abrazar y lo peor: viven sin vivir. No les doy la menor importancia, pues abren sus bocas para criticar, actúan para discriminar, miran para comparar y escuchan para alegrarse de las desgracias ajenas. ¿Cómo voy a sentir algo diferente a la decepción por una especie que no tiene corazón y mucho menos alma? En cambio, soy cálida con los libros y mi mejor amigo es un perrito que encontré abandonado en la calle; flaco y enfermo. Con ellos soy una chica tierna y amorosa que encuentra la belleza del mundo en lo que los demás tachan de insignificante y corriente. Mis libros embellecen mi existencia y mi perrito me hace compañía en los momentos de completa tristeza. ¿Cómo no voy a quererlos? ¿Cómo voy a preferir a seres humanos carentes de corazón antes que a ellos?
Mi abuela se enteró de esto y enfadada me gritó que su tienda es prioridad, que necesita que los clientes abunden y que por mi culpa, están disminuyendo. No lo soporta más. Lo primero que hace es quemar mis libros; ahora son cenizas en un basurero. Lo segundo; echa en un saco a mi perrito y lo sube a su camioneta, para llevarlo lejos. Corro detrás de la camioneta gritándole a mi abuela que se detenga, pero ella sólo acelera, corro con todas mis fuerzas varios metros hasta que caigo extenuada en el pavimento; mis lágrimas empañan la carretera, intento levantarme, pero caigo, el calor me sofoca, escucho el motor de la camioneta alejándose y los ladridos asustados de mi mejor amigo, al que nunca más volveré a ver.
Cabizbaja regreso a la tienda, los clientes llegan; se han enterado de mis perdidas, sonríen complacidos y con desdén. Les muestro mi dedo anular; mi abuela me despide.
No pierdo tiempo, empaco mis cosas en mi mochila y voy en busca de mi mejor amigo. Lo verdadero no se puede cambiar por lo superficial.