Las facturas siguen llegando, la comida escasea, las deudas hacen que el teléfono suene… ah ya no suena el teléfono… parece que ya lo cortaron… el trabajo es nulo, el dinero también. El amor y el cariño se marchitan, nuestros rostros están demacrados, nuestros ojos no tienen ningún brillo, la pobreza cala más allá de los huesos, más allá de las esperanzas, más allá de la fe…
Escapar del hogar es el único modo en que puedes soportarlo, respirar aire puro te devuelve la razón; esa que pierdes cuando el peso de la vida cae sin ninguna compasión sobre ti, sobre los que amas. Te preguntas si esto será para siempre, si los demás también lo viven, si el “algún día” por fin se dispondrá a llegar.
Ante la soledad y la amargura en que vivo, mi alma experimenta la claustrofobia y se desespera por salir, pero no puede, está atrapada en este cuerpo inútil que no tiene alas, que no puede volar en el cielo, ni en el vacío.
Mi desesperación me lleva a robar agua y jabón, los vierto en mis manos y las froto hasta formar espuma, luego hago un hueco con mis dedos y soplo…
La burbuja empieza a formarse pero sin más; estalla. Vierto más jabón, froto. Vuelvo a soplar, la burbuja crece pero explota salpicándome de jabón. Repito el proceso varias veces y antes de soplar, digo varios por favores… pero estallan, explotan, revientan sin formarse por completo.
Angustiada aumento el jabón y soplo; con determinación y con cautela, la burbuja crece, crece y crece, hasta que se libera de mis manos y flota en el aire. Es más grande que un balón, estoy sorprendida, pero temo que se desintegre en cualquier momento, la burbuja comienza a alejarse y a subir, yo hago viento con mis manos para que no caiga y que llegue alto; sube despacio primero y luego con mayor rapidez hasta que alcanza una altura mayor a seis metros. Mi alma la observa, la claustrofobia que sentía se desvanece poco a poco, la pompa de jabón sube ¡libre en el cielo! justo como quisiera hacerlo yo, por un momento imagino que yo soy esa burbuja y que me alejo de todos mis problemas, de todas las desgracias y de todas las carencias, para flotar ligera allí, donde nadie pueda alcanzarme, donde nadie pueda detenerme. Experimento un sentimiento de completa paz que no había experimentado en años: mi alma libre en una burbuja en el cielo.